Wilson Álvarez: ‘Un regalo de Dios’
Mari Montes – A la una de la tarde comenzaría la transmisión de “El juego de la semana”, así se llamaba el espacio en el que Venevisión transmitía el juego de beisbol de los domingos. La llave Gonzalo López Silvero en los comentarios y Mario Dubois en l a narración fueron los encargados de llevarnos cada jugada.
Oswaldo Guillén jugaba en la pradera corta y un jovencito de Santa Lucía, estado Zulia, llamado Wilson Álvarez, ascendido a las Mayores por los Medias Blancas el día anterior, sería el abridor contra los Orioles de Baltimore.
Era la segunda apertura del muchacho, su primera aparición fue el 24 de julio de 1989, los Rangers de Texas lo subieron para abrir un encuentro ante los Azulejos de Toronto. No le fue bien, no pudo sacar un solo out, dio dos bases por bolas, le conectaron tres hits, incluyendo dos jonrones y le anotaron tres carreras.
Al día siguiente lo bajaron a las Ligas Menores y tres meses después fue cambiado a los Medias Blancas de Chicago junto a Scott Fletcher y Sammy Sosa por Harold Baines y el venezolano Fred Manrique.
Al año siguiente, 11 de agosto de 1990, Wilson sufrió un golpe durísimo, sobre a todo a corta edad (20 años). A los cinco días de nacido, su primer hijo murió víctima de una infección pulmonar. Sin embargo la fe en Dios se hizo más profunda y pudo seguir adelante.
Continuó su desarrollo en la sucursal triple “A” de los Medias Blancas y el 10 de agosto de 1991 fue llamado para enfrentar a los Orioles en Baltimore.
Así que por esas cosas de la providencia, en el calendario de Wilson, el 11 de agosto no sería sólo una fecha triste.
Estaba tan nervioso: “como me había ido tan mal en mi juego anterior, estaba inquieto, nervioso, así que dejé olvidado el uniforme en el hotel” .
Se dio cuenta al llegar al Memorial Stadium; enviaron a buscarlo y pronto se escuchó la voz de play ball a cargo del principal Don Denkinger, quince minutos antes fue cuando estuvo listo, así que no tuvo tiempo de calentar como debía.
Desde el principio Wilson recuerda la “adrenalina”. No sólo estaba prácticamente debutando en las Grandes Ligas, sino que ocurría exactamente un año después de la pérdida de su primer hijo, pensamiento que no lo abandonó en toda la tarde.
Cuando Wilson recuerda ese día, saca la cuenta y dice: “tendría 21 años ahorita”.
Antes de empezar el juego, el manager Jeff Torborg le advirtió que debía cuidarse de Cal Ripken y Dwigth Evans, tercero y cuarto bate. En el primer inning ponchó a los tres primeros hombres de Baltimore, incluyendo a Ripken. Abriendo el segundo caminó a Evans, pero Randy Milligan bateó para doble play que encabezó Oswaldo Guillén y el inning terminó con inofensivo rodado de David Seguí.
El tercer capítulo se fue por la vía rápida, igual que los innigs cuatro y cinco; en el sexto se le embasó Leo Gómez por boleto, pero sacó el cero con elevado al centro de Bob Melvin y ponche tirándole de Mike Deveraux.
El séptimo se complicó, con un out Cal Ripken se embasó por error de Ron Karkovice y más tarde dio boleto a Randy Milligan, pero el daño no pasó de ahí.
Ya los Medias Balncas sumaban siete carreras de respaldo a la labor del joven abridor. En el propio primer inning Frank Thomas la sacó con Robin Ventura a bordo y eso hizo que Álvarez estuviera menos nervioso desde el principio.
El octavo también lo despachó uno, dos, tres…y fue al terminar ese episodio cuando se dio cuenta real de los que estaba pasando. Bob Melvin la elevó por el jardín central y Lance Johnson levantó el guante y le señaló la pizarra.
En el noveno dejó fuera a Deveraux con fly al center y a Juan Bell lo hizo abanicar, el siguiente bateador era Cal Ripken jr, entonces recuerda: “Ron se me acercó y me dijo que no le pichara nada bueno, que si lo perdíamos por boleto no importaba”.
Ripken negoció base por bolas y Karkovice se levantó a decirle: “vamos a darle la base por bolas a Evans para enfrentar a Milligan”.
-“Me atacaban los nervios, el último lanzamiento fue una curva contra el suelo, con la que ponché a Randy Milligan”.
En la cabina de transmisión del Memorial Stadium estaba Alfonso Carrasquel en rol de comentarista. “Chico” recordaba el cuidado que tuvieron en no decir que se estaba lanzando un “no hit no run”, esas cosas del beisbol y sus ritos.
En “el juego de la semana” Gonzalo López Silvero y Mario Dubois dejaron de disimular y sonó la marcha de Venevisión, esa que suena cuando ocurren cosas importantes.
Wilson Álvarez miró al cielo y dio gracias Dios por lo que había hecho:
– “Y pensé, te llevaste a mi hijo y me diste este regalo a cambio- y así lo pienso hoy, eso fue lo que más me pasó por la mente”.