Los Años del Oscurantismo o cuando los Tigres de Aragua no ganaban
Los Tigres de Aragua se convirtieron de golpe y porrazo en el mejor equipo de la liga desde el 2003, convirtiéndose en “el equipo del Siglo XXI” al ganar 6 títulos en lo que va de la naciente centuria, algo que sin duda alguna es un motivo de orgullo para todos y cada uno de quienes forman esa base de datos de fanáticos que día a día y triunfo a triunfo crece y que ha convertido a nuestros Tigres en un equipo más grande que el estado Aragua.
Pero esto no siempre fue así y los Tigres que ganaron mucha fama a corto plazo en su edad primigenia, pasó por amargos años, mejor dicho, pasamos por dos décadas, bueno… casi tres, de oscuridad, o ¿será mejor llamarla “Oscurantismo”?
Así es, fueron casi tres décadas de tristeza, dolor, frustraciones y afición clandestina, en medio de las críticas y hasta el absoluto desprecio de los fanáticos de otros equipos. Los de siempre, el Caracas y el Magallanes, cuyas aficiones piensan que la liga es de dos y las crecientes fanaticadas de los Cardenales de Lara y los Tiburones de La Guiara que comenzaron a hacerse notorias de la mano de sus equipos ganadores en las décadas de los ochentas y noventas, sumadas a las Aguilas que ganaban poco pero se lo llevaban todo, incluidas las Series del Caribe.
Cuando te preguntaban por ahí de que equipo eres y decías de los Tigres de Aragua, la mayor parte dejaba de conversar contigo de pelota, alguno que otro se sorprendía y un pequeño, pero insolente grupo se llegaba a reír de la “ocurrencia” de tener la corazón tigrero, mucho más cuando uno no vive en Aragua y todo esto pasa en Caracas.
Este es un recuento desde el punto de vista del fanático que todos llevamos dentro, sin buscarle la quinta pata al gato ni hablar de temas complicados de gerencia que usted, mi querido lector y yo como fanático, no queremos conocer.
Al Principio la gloria
El cubano Wilfredo Calviño nos llevó a la primera clasificación a postemporada, eso fue por allá por la temporada 67-68, por cierto, su servidor nació en octubre de 1967, por lo que siento que mi vida está y estará atada a la primera clasificación tigrera.
Este primer play offs llegó en la tercera temporada, pero el primer campeonato fue cuatro años después, cuando el miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, Rod Carew, dirigió el equipo y fue el campeón de bateo de la liga. Yo estaba muy chamo para poder describir lo que pasó con este campeonato, pero si puedo evaluar sus consecuencias.
Los Tigres mostraron, en toda su magnitud el poder hacer de David Concepción, que fue durante estos primero años de gloria y los del “Oscurantismo” el faro que guió a los felinos y el siempre esperado y siempre bienvenido David que nos ayudaba a clasificar siempre con problemas, pero siempre con David.
Los Tigres de ese primer campeonato fueron unas Tigres importados, porque a pesar de tener a Concepción, César Gutiérrez y Teolindo Acosta, el grueso de los porqués de estos Tigres vino desde el norte, además del panameño Carew, jugaron con los Tigres, Bryant Alyea, Von Joshua, Tuny Musser, el espectacular defensor del tercer cojín Craig Nettles, Billy Mc Nultly, Dave Hamilton, Earl Stephenson, Ted Ford, Milt Wilkok y Jerry Cram. Todos estos en la misma temporada y sin la metodología de los dos grupos de importados tan de moda en la actualidad.
En la 73-74 una huelga de jugadores criollos evitó que los Tigres se volvieran a poner la corona, cuando ya los felinos estaban en los play offs junto a los Leones, Aguilas, y Cardenales estaban por decidir lo todo.
Pero la pelota volvió y en la 74-75, los Tigres se pusieron su segunda corona, digamos que consecutiva con Virgil al mando, con David Concepción y Teolindo Acosta como capitanes en el terreno, se sumaron el genial y colorido, Enos Cabell, Kurt Bevaqua, Joel Youngblood, el poderoso Adrián Garrett, Jerry Mouses, John Glass, Pete Lacock, Mil Wilcox, Jim Todd, Jim Willlougby y Allan Closter Angel Hernández, el cinco veces ganador del premio Emmy como comentarista de béisbol de liga mayor, Duane Kuiper y el segunda base de los Piratas de Pittsburgh campeones de 1979, Phil Garner.
Con un equipo similar al del año anterior, Virgil hizo a los Tigres ganadores, con las llegadas de un cátcher con características de jugador de liga mayor, que no pudo llegar tras 8 años en ligas menores llamado Faustino Zabala, que vino a Aragua tras una década con los Cardenales de Lara, el potente toletero Terry Witffield y Alfredo Ortiz, los Tigres terminaron imponiéndose en siete partidos a los Cardenales de Lara del futuro miembro del Salón de la Fama de grandes ligas, Bobby Cox.
Los Tigres habían sido campeones tres veces en las últimas cuatro temporadas, es demasiada tentación para un niño de siete años, de allí nació mi amor por los Tigres, así como mucho de mi edad que movidos por el éxito nos hicimos fans de un equipo al que le esperaban casi tres décadas de sufrimiento.
Los años del Oscurantismo
Entonces pasó lo inesperado, y vuelvo a ser yo echándoles el cuento de lo que sentimos todos en aquel momento, Los Tigres firmaron a los veteranos César Tovar, Víctor Davalillo y Dámaso Blanco, buscando emular los años anteriores de gloria, cosa que no volvería a suceder a pesar de estos y otros grandes nombres.
Con ellos los Tigres terminaron en el último lugar de la clasificación y allí inició una vida de frustraciones y derrotas, de segundo lugares, finales perdidas con los odiados Leones y la burla… la siempre inefable burla de todos y cada uno de los panas que llegaban en manadas a ejecutar las burlas de rigor para el que no gana de ninguna forma.
Luego vendrían los Lester Staker, Walfredo Sarmiento, Larry Parrish, los Hawayanos Mike Lum y Len Sakata, un poco más tarde, Héctor Rincones y su excelsa defensiva, Wolfgang Ramos, Luis Bravo, Alvaro Espinoza con su enjundia y entrega peloteril, el divertido y poderoso Antonio “Berry” López, Carlos Porte y el increíble lanzador cubano Diego Seguí.
Ya estábamos en los ochentas y los Tigres habían desaparecido de los titulares de prensa, que era la única fuente de información n la era pre-internet. En los álbumes de barajitas era más fácil conseguir a los peloteros de bengalíes, que los de otros equipos, al mismo tiempo que los Tigres eran las barajitas más repetidas en las manos de los niños que jugaban a ganarlas en las partidas que se jugaban, se ganaban o se perdían por el número de la misma.
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David el Rey siempre esperado
Eta fue la época en la que todos y cada uno de los años los tigreros esperábamos la llegada de David Concepción, el campocorto de los Tigres siempre jugó en Venezuela y su influencia en los resultados de los Tigres era tan profunda que a veces desesperábamos en la espera de que el gran short stop de la “Gran Maquinaria Roja” se pusiera el uniforma para “tener algún chance”
David concepción puso números extraordinarios en toda su carrera en Venezuela, pero a veces sin ponerlos bastaba con su sola presencia para que las cosas comenzaran a funcionar. El Rey jugó 23 temporadas con los Tigres, en las que bateó para 285 con 43 jonrones, 352 carreras fletadas, 399 anotadas y 99 robos en 2868 turnos legales, mientras que dictaba cátedra a su contemporáneos de buen hacer defensivo y mostró algunas de las mejores jugadas que se hayan visto en la liga en toda la historia.
En postemporada bateó para 298, con 7 jonrones, 63 impulsadas, 70 anotadas y 11 robos de bases en 443 veces al bate.
___CUADRO____
Es los tempranos ochentas usted podía asistir al parque de la Cuidad Universitaria de Caracas y ver un juego d los Tigres contra los Leones o los Tiburones y sentirse bien acompañado por los, no más de 500 fanáticos que estarían en el stadium ese día. En uno de esos partidos tuve la oportunidad de ver a Luis Bravo ejecutar uno de los tiros desde el jardín izquierdo más impresionante que haya visto en mi vida y dejo claro que he tenido la oportunidad de ver en vivo a grandes brazos como los de Bobby Abreu, Vladimir Guerrero, Jessie Barfield y Yassiel Puig, entre otros, para que se imaginen la impresión que me causó ese tiro de Luis en el Universitario de Caracas.
De la mano de los ochentas llegaron los Ron Washington, Tony Phillips, Bill Kruger, Luis Peñalver, Pablo Torrelaba y comenzaba la era de la compra de veteranos a alto costo y con poca retribución deportiva. Además llegaron Oswaldo Olivares y su bate inquieto y Kennedy Infante, que aportaron gallardía y nacionalidad a un equipo que tardaba en ver llegar a Concepción y a Espinoza, sus líderes naturales.
Los Tigres venían de quedar fuera de la clasificación en cuatro de sus cinco temporadas anteriores hasta que en la 84-85 volvieron los Tigres a la final, para ser barridos, por la “Guerrilla” de La Guaira, este fue el año de la incorporación de Leonardo Hernández al equipo dirigido por Bob Didier y de los gritos de “Pilín”, “Pilín” y de los largos batazos de poderoso slugger que tuvo su pasantía por los Yankees de Nueva York.
En la 85-86 los Tigres llegaron a tener una cuarteta de bateadores de contacto como nunca ha habido en la liga de Béisbol profesional de Venezuela al poner juntos en un mismo Roster a Víctor Davalillo, Oswaldo Olivares, Jesús “Chalao” Méndez y Rafael De Lima, bajo la tutela de Jim Fregosi.
Los “muchachones” del contacto
Este grupo de cuatro que llegaron a la alineación de los Tigres en la 85-86 convirtieron a los Tigres en el equipo ofensivo ideal para nuestro tipo de liga en la que los Cuadrangulares no son un sello característico y que propulsaron a Aragua nuevamente a la clasificación rutinaria y a varios subcampeonatos.
La capacidad de los cuatro de conectar machucones, conectar por detrás del bateador y tocar la bola, le dieron a Aragua la capacidad de producir carreras en medio de un slump y de sacar de quicio a los lanzadores con la buena paciencia en el plato adobada por la capacidad de dejar pasar pitchoes buenos, o “regalar” algunos strikes, obligando a los lanzadores contrarios a trabajar de más, siempre de más en contra de los Tigres.
Lamentablemente este grupo llegó a la vida de Vitico Davalillo a sus 48 años, porque el daño que le podían haber hecho a la liga pudo haber sido mortal, si el tremendo bate del cabimero hubiese tenido un par de años menos en el calendario.
Las Finales perdidas
Ya les comentaba la final de la 84-85, a la que podemos sumarles la de la temporada 87-88, en la que los relevistas Norman Charlton, que después sería parte de los “Nasty Boys” en los Rojos de Cincinnati y Germán “Pichón” Gonzalez no daban respiro a las toleterías rivales, mientras que Leo Hernández se llevaba los campeonatos de jonrones y empujadas y los Tigres caían en la final a seis partidos con los Leones.
Siempre recuerdo esta final, porque me tocó tener que verla con la familia, de vacaciones y todo el mundo en la casa grande donde habían 6 de mis 13 tíos y toda su prole eran fanáticos del Caracas y nuevamente me tocó ser el único tigrero y de paso, volver a perder.
Cosa que no cambaría con el cambio de calendario, en la temporada 88-89 volvimos a la final, para caer derrotados de nuevo, esta vez contra las Aguilas del Zulia, esta vez en 7 partidos. Alfredo Torres y su poder al bate y Lloyd McClendon fueron las grandes novedades de la temporada.
Más tarde llegaría la era de los Zambrano, en la que Eduardo y especialmente Roberto lograron copar la imaginación y las posibilidades de llevarse un campeonato para Maracay, cosa que no pasó. Eduardo llegó en la 90-91, para regresar a las Aguilar y tres años después volver a Aragua, trayendo su bagaje de grandeliga y su poderoso bate, que aunó al menos estridente pero más efectivo bate de Roberto que se convirtió en una figura de los tigres y su imagen por más de una década.
En la 91-92 volvimos a caer ante las Aguilas en 7 juegos, en la 98-99 la derrota en la final fue contra Magallanes y volvimos a llorar lágrimas amargas al caer en seis partidos con un equipo que tuvo en sus filas a Pedro Castellano, Roberto Zambrano, Oscar Azocar, Orlando Cabrera, Carlos García, Juan Rivera, Ozzie Timmons, Cheo García, Oscar y Rubén Salazar, José Lobatón, Juan Carlos Pulido, Rosman García, Víctor Zambrano y Richard Garcés, entre otros y que no permitía pensar en el campeonato, a pesar de los grandes nombres de los magallaneros.
Los bengalíes finalizaron en el último lugar de la División Occidental durante el torneo 2000-2001, pero
nos íbamos acercando a los grandes logros y la cuenta subcampeonatos iba creciendo con el conseguido en la 2001-2002, que se fue en cinco partidos. Lo bueno de estas dos últimas finales es que ambas fueron contra el Magallanes y la televisión le dio mucha promoción y eso inició el crecimiento del “tigrerismo” que comenzaba a regarse por toda Venezuela, al son de los odios que despertaban los “turcos”. Recuerdo haber escuchado mucho a los caraquistas decir ‘felino es felino” y en la final iban con todas la garras a los Tigres… por allí comenzó todo, desde el punto de vista del fanático común.
Lo que ha pasado después de allí es historia que todos saben, estos son los años de más gloria de nuestra franquicia, una de las más ganadoras de la liga y de las que más finales ha disputado. Ahora tenemos muchos fanáticos y donde levanto la voz para decir que soy tigrero, consigo otras manos que se levantan, como lo que vivido en 11 años animando el festival de Venezuela en Miami.
Estos son los fanáticos que llegan con las victorias, así como llegué yo hace unos 30 años a ser uno de los pocos fans de los Tigres fuera de Aragua.
amigo en la 98-99 aragua y magallanes NO disputaron la final, en la 01-02 SI, previo a esta aragua tenia 10 temporadas sin acceder a una instancia final. muy buen articulo!